El tiempo pasa por todos nosotros, y también por nuestros compañeros caninos. Al igual que nuestras rutinas cambian cuando crecemos, también se producen cambios en nuestro perro. Dependiendo del tamaño de nuestra mascota, su estilo de vida o su raza, puede que le llegue antes la «vejez», pero como media solemos hablar de perros geriátricos a partir de los 7 años. Es importante que tengamos en cuenta una serie de cosas al llegar a estas edades:
Los paseos deben cambiar ligeramente. Nuestro compañero necesita bajar el ritmo, y será preferible sustituir las largas marchas o las carreras por paseos relajados. Además, puede que su vejiga ya no funcione tan bien como antes, y puede que necesite salir a la calle más a menudo. Aunque acortemos los paseos, debemos seguir permitiéndole que olisquee y que se relacione con otros perros y humanos: si disfrutaba de ello en su juventud, seguirá haciéndolo de mayor.
La salud, más importante que nunca. Al igual que cuando nos hacemos mayores nos recomiendan vacunarnos de la gripe, o vigilar más nuestra salud, es muy importante que lo hagamos con nuestros compañeros. Las vacunas se vuelven aún más importantes: no es el momento de dejar de vacunar porque «ya está mayor». Los chequeos veterinarios deben hacerse con más frecuencia, y se recomienda realizar analíticas para confirmar que todo funciona como es debido. La detección precoz de enfermedades es aún más importante en animales mayores, y de ello dependerá que nuestro compañero viva unos cuantos años más a nuestro lado, y su calidad de vida.
Vejez no tiene que ser igual a dolor. Si notamos que a nuestro perro le cuesta levantarse, o no se mueve como antes debemos acudir al veterinario, ya que casi nunca son «cosas de la edad»: muchas veces el animal tiene dolor. Algo de medicación para el dolor puede hacer maravillas, y el perro pasa a tener una «segunda juventud».
Los cambios, graduales. Si vamos a cambiar muebles, o la distribución en la casa, es preferible hacerlo poco a poco, y ayudar a nuestro perro durante el cambio. Con la edad les cuesta más acostumbrarse a los cambios, y les pueden generar ansiedad o miedo. Además, algunos perros pueden tener problemas de visión, pero enmascararlos porque conocen muy bien su entorno. Es al realizar algún cambio cuando descubrimos que su visión ya no es la que era.
Trabajar la estimulación mental. La rutina y los cambios graduales son importantes, pero es bueno para ellos que sigan utilizando su cerebro: les ayudará a mantenerlo más joven y activo. Juguetes interactivos, juegos de olisqueo, recordar las habilidades y trucos que conocen, … E incluso enseñarles ejercicios nuevos adaptados a su edad. ¿Quién dijo que no le puedes enseñar trucos nuevos a un perro viejo?