En la educación canina existen varias metodologías de trabajo diferentes, lo cual puede confundir a los propietarios que buscan la ayuda de un profesional, o que simplemente buscan algo de información para educar a su compañero canino.
Por un lado tenemos el “adiestramiento tradicional”, el que conoceréis por algunos shows televisivos, y la forma de adiestramiento mayoritaria en el pasado. En él, se aboga por ser el “líder” del perro, pero un líder autoritario y exigente. Según sus teorías basadas en que el perro es como un lobo, debemos demostrarle continuamente quien manda, usando para ello el castigo, la fuerza bruta, y demostraciones de poder como el “alpha roll” (obligar al perro a tumbarse boca arriba por la fuerza).
Sin embargo, el adiestramiento ha evolucionado mucho en los últimos años, y las teorías que apoyaban este tipo de adiestramiento han quedado en entredicho. En primer lugar, los estudios que apoyaban la teoría de que los lobos tenían un sistema de jerarquía basado en la fuerza y el liderazgo, quedaron pronto descartados. Esos estudios se realizaron en grupos de lobos en los que se mezclaron individuos de distintas familias de forma artificial, y fue eso lo que llevó a los conflictos. Hoy en día, se sabe que los lobos se organizan en familias, en los que conviven en armonía el padre y la madre junto con los adolescentes de camadas anteriores, y la camada de cachorros actual. No solo no hay conflictos por el liderazgo, sino que además toda la familia se une en el esfuerzo de criar a los cachorros, que son lo primero para todos. ¿No es precisamente la imagen de “lobo feroz” que nos han vendido, verdad?
Además, argumentar que los perros y los lobos son iguales, es algo bastante simplista. Sería como decir que los humanos son iguales a los chimpancés. ¿Absurdo verdad? Pues lo mismo ocurre con perros y lobos. Ambos tuvieron un antepasado común hace miles de años, pero se separaron a partir de ese momento. Desde entonces el perro buscó las facilidades que otorgaban los asentamientos humanos, acercándose a ellos para obtener comida y refugio, y alejándose de la desconfianza hacia los humanos de los lobos. Es por eso que humanos y perros hemos llegado a desarrollar relaciones tan especiales como las que tenemos hoy en día.
Por eso los estudios más recientes se orientan hacia un tipo diferente de adiestramiento, el que conocemos como “educación en positivo”. Este tipo de educación parte en primer lugar del entendimiento del perro, de sus necesidades y capacidades, todo ello teniendo en cuenta los últimos estudios científicos. Entender en primer lugar que los perros no son lobos, y que no conviven con nosotros en un malvado complot por dominar nuestro mundo. Entender como aprenden, que les gusta, y en definitiva, que implica ser un perro. Y una vez que lo hemos entendido, adaptarnos a ello, para ayudarles a convivir con nosotros en nuestro mundo humano.
En primer lugar, la educación canina en positivo no aplica castigos, ya que los estudios científicos han demostrado que los castigos tienen efectos secundarios adversos a largo plazo, y pueden provocar problemas de conducta más complicados que los que inicialmente intentaban corregir (miedos, agresividad…). Pero que no se apliquen castigos no significa que se permita al perro hacer lo que le plazca. El comprender y entender a nuestro perro nos ayudará a anticiparnos y a evitar los malos comportamientos, y si no lo conseguimos, enseñaremos nuevos comportamientos alternativos y le premiaremos por ellos, de tal forma que enseñaremos a nuestro perro qué es lo que queremos de él, en lugar de castigarle por hacer todo lo que no nos gusta sin decirle que hacer en su lugar. Por ejemplo, si nuestro cachorro muerde la pata de la mesa, en primer lugar entenderemos que es un cachorro, y que el cambio de dientes es doloroso y se alivia mordiendo, igual que en los bebés. Por lo tanto, no nos enfadaremos con él. Lo que haremos será suavemente y sin darle demasiada importancia intercambiar la pata de la mesa por un juguete apropiado que pueda morder. (Si chillamos, nos enfadamos o le gritamos, puede verlo como un juego y tener el efecto contrario al que queremos reforzando el comportamiento). Así, le enseñaremos que hay cosas que puede morder. Además nos anticiparemos al problema, y cuando le dejemos solo y sin supervisión, le dejaremos en una zona “a prueba de cachorros” Una zona aislada en la que no tenga oportunidad de morder nada, evitando así que se acostumbre a hacerlo.
Este es solo un ejemplo de la filosofía detrás de la educación en positivo. Mediante ella conseguiremos no solo un perro debidamente educado, conseguiremos un perro seguro de sí mismo, que confíe en nosotros y no nos tenga miedo, en definitiva, un perro feliz, que disfrute de nuestra compañía. Seremos “líderes”, pero líderes comprensivos, amables, líderes a los que cualquiera quiere seguir con confianza y determinación.